4/03/2011

Cosas inesperadas

-Pi-pi, pi-pi, pi-pi.
-Uf.

Se levanta a duras penas y busca su cara de zombie en el espejo. Se echa crema para esconder sus ojeras y resaltar su iris verde. Se plancha su alborotada melena castaña y coge el primer conjunto que ve.
Sale corriendo, llega tarde otra vez.
-¡Lo siento!
-¡Mis libros! ¡No puede ser!
-Lo siento de veras… -se disculpa la chica-.
-Bueno, no pasa nada, yo…

Sus miradas se cruzan. Ella se pierde en sus preciosos ojos grises y él en los de ella. ¿Minutos, segundos, horas? No sabe cuánto pasa, hasta que el chico mira el reloj y se despide de ella, dándole antes un pequeño papelito. Alba tarda un rato en reaccionar, pero se da cuenta de que tiene instituto, esta vez no llega a Matemáticas…
-Señorita Fernández.
-Siento el retraso, profesor.
-¡Pero si ha llegado temprano!
-¿Ah sí?
-Pues sí, en fin vaya tomando asiento y repase la lección mientras llegan sus compañeros.

Casi se mata por culpa de la silla de Ramón, lo maldice y se toma un chicle mientras entra por la puerta su amiga Paola. Álgebra, un muermazo de no ser porque delante de ella está su querido Álvaro, con su pelo de zanahoria y sus ojos raros pero encantadores. No se entera de nada, para ella sólo existe él y, aunque no lo sepa, para él ella.
Soñando despierta se le pasa la hora volando y en el intercambio se acerca a él con la escusa de siempre; los deberes.
Él se los escribe, bastante nervioso, algo que la chica nota y por lo que se preocupa. Entonces llega el siguiente profesor y les dice que tienen que bajar de 5 en 5 para una prueba de lectura en secretaría.
Primero van Pablo, Francisco, Paola, Álvaro y Alba. Llegan y Álvaro se pone a putear a Alba con el libro de Crepúsculo que ha leído, Francisco bromea sobre ellos con Iris y Pablo se queda forever alone en una esquina, el marginado de la clase.
Después va yendo el resto de la clase: Lara, Victorino, Rubén, Inés, Helen, Alejandro…
En el recreo es día de Carnavales y todos menos Álvaro de disfrazan o se adornan con algo. La burbuja de Paola, Alba, Lara, Inés y Helen llevan unas graciosas antenitas doradas, y Álvaro y Francisco se divierten golpeándoselas.
-¡Parad ya, anda! –se queja Alba-.
-Eso, pesados… -dice Iris-.
-Bo qué más os da, no haberos vestido de abejas jaja – se descojona Francisquito-.
Las siguientes horas pasan rápido dejando purpurina por donde pasan las antenas. A la salida van a jugar a la Wii a casa de Lara y se van a comer a casa, pero alguien demás va por la misma calle que Alba…

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